viernes, 29 de febrero de 2008

No más FARC, New York

El pasado 4 de febrero me apure a tomar el tren número 7, el único medio de transporte masivo que me podía llevar en 30 minutos desde Queens hasta la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Manhattan. Dicho tren pasa por una de las zonas donde más colombianos se encuentran aglomerados, sus hogares y negocios; atraviesa las estaciones de Corona Plaza, Junction Blvd, Elmhurst Av, Jackson Heights, 74-Broadway y Woodside. Por esa razón al abrirse las puertas del vagón pude ver a varias personas luciendo nuestro tricolor en gorros, camisetas, bufandas y banderas; varios llevaban la camiseta de Colombia Soy Yo con la consigna no mas secuestros, no mas mentiras, no mas muertes, no mas FARC estampado en el dorso. Había elegido el tren indicado.

Como soy relativamente nuevo en la ciudad y no conozco más que la ruta del trabajo a la casa y la de la casa al trabajo, me sentí confiado, pues lo único que debía hacer era seguir la muchedumbre; ¿Para donde va Vicente? ¡Para donde va la gente! Ya sin la ansiedad de pensar que iba a perderme o que iba a llegar tarde al evento me concentre en escuchar hablar a mis compatriotas en diáspora. Algunos conversaban de la importancia de la marcha, otros de la crueldad de las FARC, algunos de la intromisión del Presidente Hugo Chaves y la traición de Piedad Córdoba, y otros comentaban sobre la impresión que les dejo la imagen de Ingrid Betancourt, registradas en las pasadas muestras de supervivencia; diferentes discursos desde el más desacertado, descabellado y atrevido, como otros muy elaborados, concienzudos e ilustrados.

Unos iban alegres y bullosos como si fueran para un carnaval y otros iban pensativos, con la indignación a flor de piel y con un rasgo de revancha en la mirada. Yo me limitaba a escucharlos y mirar por la ventana las azoteas cubiertas por los más espectaculares grafitis, pues el tren 7 es elevado hasta que se mete por debajo del East River para entrar al Midtown de Manhattan.

El tren hace su parada en la Gran Estación Central y ahí es donde la turba se levanta de los duros asientos en fibra de vidrio y empiezan a abandonarlo, luego se escurren por los múltiples pasillos, escaleras y ascensores, yo decido entonces seguir al personaje mas pintoresco, un sonriente gordito de cabello largo, con un pantalón y una chaqueta jean atiborrada de bordados. Algunos otros deciden seguirlo también. Trazamos con presura los pasillos de esta gigantesca estación, que hasta centro comercial tiene.


Cuando por fin abandonamos el edificio y empezamos con nuestro recorrido por las calles de Manhattan algunos colombianos que trabajando estaban en los garajes, en los portales de los edificios, en los camiones de mensajería, en los almacenes y restaurantes nos saludaban al vernos pasar y mi grupo contestaba con jolgorio. Entonces se formo una serie de intercambios de gritos de júbilo, de patriotismo, de regionalismos, entre otros. ¡Que viva Uribe!, ¡Viva Colombia!, ¡viva Cartagena!, ¡no mas FARC!, ¡que viva el América! Ahí estamos pintados, ni siquiera el frio de Nueva York ha podido extinguir la llama de nuestra juerga congénita, lo confianzudos y lo tropeleros. Una señora, posiblemente oriunda del eje cafetero, invitaba a hacer parte de las comparsa a cuanto desprevenido transeúnte se topaba en su camino: “Hey my friend, let’s go. Colombian people, No more FARC”, tartamudeaba un menudo ingles con acento paisa, las personas solo reían asombradas a tan sorpresiva invitación.

Y ahí estaba el complejo de la ONU, bordeado por múltiples banderas, seguramente de los 192 países miembros, y por más colombianos con sus camisetas, pancartas y sus artículos en tricolor; algunos habían elegido este como punto de encuentro previo antes de dirigirse al lugar donde se iniciaría la protesta en contra de las barbaries cometidas por los terroristas de las FARC.




En ese grupo divisaba otro pintoresco personaje, infaltable en cualquier evento de la comunidad colombiana en Nueva York, con un atuendo mucho más estrafalario que el del Gordito de Oro y con una expresión mucho más irreverente, esta vez sin la lora y sin el caniche, pero vestido de campesina, con turbante y bolso de fantasía; haciendo chistes donde ridiculizaba a las FARC a Chávez, pone la cuota de originalidad y alegría a la protesta.



Ya el reloj marcaba las 12:00 de un medio día opaco, la televisión, la radio, los medios escritos y los fotógrafos buscaban el mejor ángulo para ejercer su labor, las jóvenes de logística hacían los últimos ajustes y ofrecían información, la policía empezaba a ejercer el control y la seguridad requerida. Todos debíamos caber en la pequeña plaza Hammarskjold, pero eso no era problema, pues nosotros estamos acostumbrados al apretuje, al empujón y la rastrillada, aunque aquí aprendimos a decir: “esquiusmy” lo empujo, “esquiusmy” lo empujo, “esquiusmy” lo piso.



Empezaron pues a oírse las voces de protesta en contra de las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (¡No más FARC!), las banderitas se agitaban y las pancartas se alzaban. De pronto todas las miradas se desviaron hacia una mujer que en la acera contraria, trataba de entregar algún tipo de panfleto, aquella mujer cincuentona, de tez morena, cabello corto y muy rizado, llevaba en su regazo algún tipo de propaganda que los participantes satanizaron. Del comentario al oído: “que tal esta vieja “hijuetantas” venir a repartir eso aquí, esa es de las FARC, esa tipa es guerrillera, pero que descaro”, se paso al coro ¡Fuera, Fuera, Fuera! La señora no tuvo más remedio que distanciarse del grupo.

Yo continuaría buscando un buen lugar para poder sacar algunas fotos interesantes, cuando se escucho por los amplificadores el Himno de los Estados Unidos de Norteamérica, seguramente como acto inaugural en una ciudad de este país, algunos colombianos lo entonaron. ¿practicaban para el examen de la ciudadanía, o tal vez lo hacían en agradecimiento a una patria que los recibió y de cierto modo les ha permitido desarrollarse económicamente, asistir a sus familias, encontrar refugio, y/o conformar un hogar, no hay que negar que eso es virtud de nuestro pueblo, la nobleza.



Continuo el acto protocolario con un discurso por parte de los organizadores, donde se buscaba dejar bien en claro el propósito de la marcha, que no era mas que el rechazo a las FARC. Anqué muchas organizaciones políticas, ONGs, y personas independientes, intentaron sacarle provecho a la marcha matizando o desviando el objetivo de esta, hacia sus propias conveniencias, ideologías y/o amores, otros intentaron opacarla, para que este acto de rechazo no afectara internacionalmente la imagen de dicho grupo violento, no lo lograron. Por fin el pueblo colombiano cansado del maltrato y del terror le grita al mundo ¡no más!



Sin desconocer, que este grupo armado no es el único culpable de la violencia en nuestro país, pues del mismo modo lo aterrorizan el ELN, las AUC, la delincuencia organizada, los narcotraficantes y hasta el propio estado. en esta ocasión la marcha era exclusivamente para decirle al mundo que nosotros los colombianos de bien rebatimos a las FARC, porque nos asesina, porque nos mutila, porque nos somete, porque nos desplaza, porque nos exilia, porque nos roba, porque nos extorsiona, porque nos secuestra, porque nos convierte en traficantes, porque nos implanta falsas economías basadas en la producción de narcóticos, porque tala nuestros bosques para sembrar amapola, coca y marihuana, porque contamina nuestros ríos y suelos con los insumos que la aplican a sus cultivos, porque adiestran, alienan, confunden, manipulan, usan a los estudiantes universitarios, como a los campesinos y a los jóvenes de bajos recursos, porque engañan a la comunidad internacional al hacerles pensar que ellos representan nuestros ideales. El 4 de febrero del 2008 fue el día en que le los colombianos de Nueva York le gritaron al mundo la verdad.




Cada vez llegaban más y mas personas a participar de esta protesta, desde personas de la tercera edad, discapacitados y niños. Todos tenían algo que decir. Mientras la pequeña plaza seguía llenándose sonó el Himno Nacional de nuestra querida república. Al escuchar las primeras notas, sentí ese orgullo y ese amor por lo que soy, la piel se me puso de gallina y en la garganta un nudo; observaba la expresión en las caras de los demás y vi que ese sentimiento era general, algunos más expresivos hasta aguaban los ojos, les aseguro que no estoy siendo demasiado romántico. Finalizado el himno la gente aplaudía entre vivas Colombia y no más FARC.



Terminado el actor formal, se integraron pequeños grupos que entonaban consignas, canticos y rezaban una y otra vez el Himno; yo aproveche para reptar entre la multitud y fotografiar algunos asistentes, con sus pancartas y atuendos.




Entre los grupos pude ver muchas cosas que me llamaron la atención por ejemplo: Quienes quisieron participar de la marcha pero desde una posición menos radical y enjuiciadora. Exigían el respeto a los derechos humanos, estaban a favor del acuerdo humanitario (y algunos repartían publicidad política del Polo Democrático y protestaban en contra de los paramilitares y el gobierno, que para ellos es la misma cosa). Pese a ir en contravía de la mayoría Uribista, tuvieron su espacio, fueron respetados y expresaron con libertad sus puntos de vista




A quienes la multitud no respeto, fue a un trío de saboteadores. A mi parecer llegaron con el firme propósito de formar una gresca, y lo lograron; los encapuchados sacaron una pancarta y gritaron consignas en contra del Presidente Álvaro Uribe y su Gobierno, algunos participantes se sintieron tan ofendidos que les arrancaron la pancarta, los derribaron, los insultaron y no paso nada mas gracias a la oportuna acción de unos oficiales del Departamento de Policía de Nueva York, encargados de la seguridad y el control. ¿Y que paso con los saboteadores? pues los asistentes mas furibundos los rodearon y les gritaban ¡fuera, fuera, fuera! Mientras eran escoltados lejos de la plaza. La consecuencia de esto fue la edición de un video manipulado y mentiroso en la página de Youtube. “Lograron lo que querian, pa’que dieron ¡papaya!”

Y fue cierto que casi todo el mundo estaba a favor del Presidente; gritaban consignas de apoyo, frases de cariño y agradecimiento, y hasta camiseta estampada con la imagen de Superuribe. Pero, el verdadero sentido de la marcha no fue el apoyo incondicional a Señor Presidente, si no el aborrecimiento a las FARC y extensivo a sus colaboradores



El objetivo se había alcanzado, pudieron ser escuchados y se sintieron apoyados por los demás países del globo terráqueo y en especial por sus hermanos.



Ya menguado el éxtasis de la protesta y cuando todo empezó a convertirse en una gran fiesta, aproveche para sacar, las que pienso yo, fueron mis mejores fotos. Sentía un poco mas de confianza y le pedía a los asistentes que posaran para mi lente. No hubo quien se negara

1 comentario:

Margarita Maria dijo...

El sentimiento patriótico se sintió en muchos rincones del mundo, y se demostró que somos mas los que s sufrimos por los golpes dela violencia, y que con dolor estamos despertando a una indiferencia que nos consumia cada dia. Pero el escuchar y ver lo que sienten nuestros hermanos en el exterior demuestra que a pesar de la distancia ..estamos hechos de la misma escencia y sentimos dolor de patria.Margarita